En las montañas de Genalguacil, crecen árboles frondosos y altos, de cuyas ramas cuelgan las castañas, dulces y sabrosas. Con el otoño llega la cosecha, y los lugareños se preparan para recoger los frutos de la tierra, y que llenan de alegria y fiesta. Las castañas son un tesoro que nutre el cuerpo y el espíritu, y en Genalguacil este ritual se vive in situ. En las calles del pueblo se respira el aroma de las castañas asadas, y en las manos de los niños se oye el sonido de las cáscaras quebradas. Oh, castañas de Genalguacil, tú que nos brindas tu sabor y tu calor, siempre estarás en nuestros campos, como un tesoro de nuestro amor. |
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